lunes, 12 de marzo de 2007

origen en america

El problema del origen de los indios de América se remonta al descubrimiento del Nuevo Mundo. Desde esta época lejana se han propuesto infinidades de soluciones para explicar la presencia del hombre en las tierras vastísimas que Cristóbal Colón y sus sucesores abrieron a la expansión Europea. La mayoría de dichas soluciones nos parecen hoy singularmente pueriles; ninguna ha llegado a imponerse, pudiendo decirse que, hasta nuestra época, el misterio del poblamiento americano ha permanecido en pie.
“PRINCIPALES TEORÍAS ACERCA DEL ORIGEN DEL POBLAMIENTO DE AMÉRICA”.
1.- Suposiciones Iniciales:
El rechazo de América como cuna de la humanidad es dado por firme, gracias a las investigaciones realizadas por los antropólogos y demás científicos a fines. Por ello, al estudiar el origen del hombre americano ha de verse el proceso de pensamiento de los creadores de teorías basándose de las explicaciones más empíricas, más infantiles, a las de mayor seriedad. Ha de entenderse previamente que, cuando el hombre Europeo empezó a hacerse preguntas sobre la procedencia de la población que encontró en América con el descubrimiento, las ciencias antropológicas no existían. Era imposible hacer estudios científicos comparativos. Por ello las explicaciones se darían basándose en las siguientes vías:
En observación del pasado histórico: muchos pueblos habían sido importantes antes de Cristo y para el siglo XVI no se hablaba de ellos. ¿No era factible que se hubiera venido a este continente?
En los aspectos culturales apreciados a grandes rasgos en los pueblos americanos: los sacrificios humanos, por ejemplo, eran corrientes entre los Aztecas y, aunque poco comunes, también existían entre los Incas.
En la Documentación más conocida, la Biblia, lo mismo que en los sabios griegos y romanos. Debieron decir algo ellos sobre este continente y sus pobladores. Como el libro sagrado no hablaba de pueblos que tuvieran características de los indios, algunos cronistas después de escribir en forma grotesca algunas tribus aborígenes, plantean sus dudas sobre si los indios eran seres humanos o no. Tan peligrosa se hizo esta posición que el mismo Papa Paulo III tuvo que dictar una bula (1.537) donde declaraba que los indios debían ser considerados como seres humanos.
Aceptada esta premisa de la humanidad de los indios, había de buscarse el lugar de donde procedían. He aquí las primeras respuestas:
Eran descendientes de los talantes de que hablaba Platón en sus diálogos “Timeo” y “Critias”.
Eran Fenicios. Este pueblo de navegantes había realizado grandes periplos (viajes de extensión considerable): el de Necao, el de Hanón y el de Himilcón. ¿Cómo no pudieron llegar hasta América?
Eran Judíos. El escritor español Arias montando publicó la Biblia Políglota, donde mantenía su posición: uno de los hijos de Noé fue Sem, de donde descienden los Judíos; Sem tuvo entre sus biznietos a Jectán, cuyos hijos pasaron al Nuevo Mundo: Ofis (u Ophis) llegó al noroeste de América y luego se desplazó al Perú, Jobal colonizó al Brasil.
2.- Teoría Monogenista-Autoctonista de Ameghino:
Esta teoría que ocupa el primer plano en forma ascendente en cuanto a explicaciones científicas se refiere. Es, por ocupar ese puesto, la menos aceptada. Su formulador, Florentino Ameghino, fue un paleontólogo argentino, eminente en su especialidad.
Características: Detallan a la teoría la nomenclatura de monogenista, autoctonista y transformista. Es monogenista por considerar Ameghino que el género humano tiene un solo origen, se desarrolla desde una sola región de la tierra. Es autoctonista porque el autor coloca una zona de la América la pampa argentina, como cuna de la humanidad. Es transformista por asentar que el género homo (y con él todos los animales) proviene de la evolución de seres inferiores.
3.- Teoría Monogenista-Asiática de Hrdlicka:
Ales Hrdlicka, eminente antropólogo checo (1.869-1.943) creó la segunda teoría científica cuyos partidarios forman la llamada Escuela Norteamericana. Ella aparece expuesta su obra “El Origen del Indio Americano”. La base para la formulación de la misma fueron estudios realizados por el autor sobre los indios de América en comparación con los habitantes de Asia. El nombre monogenista-Asiática radica en la consideración que hace Hrdlicka de que el género humano tiene un solo origen: Asia.
Características: Según el autor, el problema del origen del hombre queda resuelto en cinco afirmaciones:
Los indios americanos, pese a escasas diferencias, tienen uniformidad racial. Son de talla mediana, color mate, contextura débil, pómulos salientes, cuerpo lampiño, cabello negro y lacio, ojos oblicuos y cráneo mesocefálico (entre redondo y alargado).
Su origen está en la región Asiática de Mongolia.
El paso de Asia a América lo realizaron los mongoles por el estrecho de Bering.
Los pueblos invasores vinieron en cuatro oleadas diferentes.
Aportaron una cultura de principio del Neolítico que se desarrolló y adquirió matices propios en suelo americano. La inmigración se hizo hace unos diez mil años.
4.- Teoría Oceánica de Rivet:
Paul Rivet Antropólogo Francés creó la teoría “Oceánica”, llamada también “Multilateral”. Ella es el resultado de estudios comparados de los pueblos americanos y los del oeste del Pacífico en lo antropológico, cultural y lingüístico. Aparece expuesta en su obra “Los Orígenes del Hombre Americano” y lleva el nombre de oceánica porque los diferentes lugares de origen que Rivet atribuye a los indios están frente al Océno Pacífico.
Características: Partió Rivet de lo heterogéneo de la población encontrada por los descubridores, concluyó así:
La población de América se hizo en cuatro grandes oleadas: la australoide, la melano-malayo-polinesia, la mongoloide y la uraliana.
Los lugares de origen están en Australia, Polinesia-Melanesia, Mongolia y los Urales.
La época de invasión más antigua, es decir, la australoide, fue hace unos veinticinco mil años.
Las vías de acceso estuvieron constituidas por el estrecho de Bering y el “Puente Antártico” de que habla el científico portugués Mendes Correa: el tamaño de la Antártida era mayor y su clima propicio para ser soportado por el hombre. De Australia pasó a diferentes islas de Oceanía, de allí a la Antártida y luego a la tierra de fuego.
“ANTIGÜEDAD DEL HOMBRE EN AMÉRICA”.
Para ser llevado a feliz término, el estudio de al antigüedad del hombre en América debe sujetarse a cierto número de reglas estrictas que fuera peligroso abandonar.
Este problema no puede abordarse con métodos distintos a los ya experimentados en la prehistoria europea. Allí como aquí, este estudio debe basarse sobre los datos geológicos y paleontológicos. Sin embargo, la asociación de un instrumento o de un resto humano a una fauna determinada de América no puede permitirnos atribuirle la antigüedad que un descubrimiento de igual naturaleza le aseguraría en Europa. En efecto, no está establecida la existencia de un paralelismo estrecho entre la sucesión y la desaparición de los animales fósiles en ambos lados del Atlántico: hasta parece más bien que el proceso es enteramente otro. “La Fauna de los Grandes Animales”, escribe Marcellin Boule “es muy distinta en los dos continentes, excepto en aquellas regiones donde vivían especies circumpolares, tales como el mamut.
Parece ser también que ciertas especies han sobrevivido en América mucho más tiempo que en Europa. Por ejemplo, el mastodonte, que en nuestros países pertenece netamente a la era terciaria, y el mamut, característico de la edad cuaternaria, parecen haber existido en el Nuevo Mundo hasta la aurora de los nuevos tiempos. En el Ecuador, cerca de Alangasi, un esqueleto de mastodonte reposaba en medio de un hogar, cuyo carácter internacional era evidente, según el decir de Max Hule. Alrededor de este esqueleto se recogieron, a más de cuatro puntas de flechas en obsidiana, los hallazgos hechos en la “Cueva Eberhardt” por Ramon Lista, Moreno R. Hauthal, Otto y Erland Nordenskiöld muestran en forma muy evidente que grandes animales pleistocénicos han vivido en Patagonia hasta épocas recientes. Se trata de la especie de un perezoso gigantesco, el Glossotherium o Neomylon, cuya piel estaba llena de pequeños huesecillos. Los restos de ese animal han sido descubiertos en un estado de conservación extraordinario: fragmentos de piel que por ebullición dieron gelatina, huesos con restos adheridos de tendones y músculos, excrementos aún frescos, con fragmentos de pequeñas gramíneas y heno masticado. Todo esto nos lleva a clasificar la antigüedad en:
a.- La Antigüedad del Hombre en América del Norte.
En América del Norte se han señalado numerosos vestigios del hombre prehistórico tanto en forma de osamentas, como en forma de utensilios. Un célebre antropólogo norteamericano, Ales Hrdlicka ha realizado una severa crítica de los hallazgos osteológicos, relacionados con la era cuaternaria, en dos memorias de verdadera autoridad.
Los hallazgos de utensilios nos conducen pues a idénticas conclusiones que los hallazgos de huesos. Reteniendo únicamente los hechos que nos parecen sólidamente establecidos, y rechazando todos aquellos que, por su inverosimilitud o por imprecisión, no pueden ser sino errores de observación, o de interpretación, existen actualmente buenas razones para pensar que el hombre apareció en América del Norte lo más pronto hacia el final del Cuaternario, es decir, después del retroceso glaciar.
Esta es la conclusión muy prudente y objetiva que adoptó Marcellin Boule en 1.923. No parece que los hallazgos realizados desde entonces permitan modificarla. Romer, al estudiar la desaparecida fauna fósil norteamericana: desdentados, camellos, caballo, bisontes extintos, en sus relaciones con la antigüedad del hombre, concluye que la asociación de una industria con esta fauna no prueba que el hombre haya aparecido en América hace más de diez o veinte milenios, N. C. Nelson llega al mismo resultado, John C. Merriam retrotrae algo esta fecha de aparición, pero con todo no la remonta más allá del final del pleistoceno.
b.- La Antigüedad del Hombre en América del Sur.
Los hallazgos de instrumentos con tipología paleolítica han sido señalados frecuentemente en América del sur. A lo largo de las costas del pacífico y del atlántico se hallan en este continente depósitos de conchas y desperdicios de cocina, que fueron acumulándose alrededor de los lugares habitados por el hombre primitivo. En el Brasil se los conoce con el hombre de sambaquis. Max Hule, en un yacimiento cerca del puerto de Talta (Chile), no encontró restos de cerámica sino en la capa superficial. Halló hachas y puñales de tipo chellense en la tercera capa a partir de la superficie, unos discos y raspadores de factura paleolítica en las tres capas inferiores; y asociados a estos utensilios, en las tres capas superiores, unas puntas de flecha de factura neolítica. Max Uhle concluye con razón que este depósito conchero pertenece a la época neolítica.
La muy reciente obra de J. Emperaire y A. Laming sobre los Sambaquis del sur de Brasil confirma y precisa esta conclusión. En efecto, estos autores emiten la hipótesis de que la civilización de estos depósitos de conchas podría remontarse a milenios y coincidir con los principios del Neolítico del viejo mundo. Dicha civilización habría tenido dos fases: una anterior y otra posterior al óptimo climático post-glaciar, que debe situarse hacia el sexto milenio antes de la época actual.
A unos 5 kilómetros al Noroeste de la ciudad de Miramar, situada a 450 kilómetros al Sur de Buenos Aires, en la costa del Atlántico, en un acantilado, una capa reciente al Chapadmalense, que F. Ameghino y S. Roth consideran como Mioceno y M. Boule como Plioceno, ha suministrado la siguiente serie de utensilios: un instrumento Amigdaloide en cuarcita tallada por sus dos caras, un yunque de piedra, una veintena de percutores y raspadores, unas puntas de sílex y de cuarcita, una bola piriforme de diorita bien pulida, un cuchillo de sílex, una piedra con varias concavidades, varias “bolas” esféricas, una de las cuales presenta una ranura muy bien pulimentada, manos de mortero y pilones, unos huesos cortados en bisel que pudieron haber servido de puñales o de punzones, un fémur de Toxodon, cuyo gran trocánter tenía clavada una punta tallada de cuarcita, más dos puntas de igual naturaleza hundidas entre las vértebras del mismo animal.
Todos estos objetos son absolutamente parecidos a otros de igual tipo que se encuentran por doquier en la superficie y en las capas superiores de la Pampa y de la Patagonia. El hombre Americano, que, desde la época terciaria, hubiera sabido no sólo tallar la piedra, sino también pulimentarla, descubrimiento éste que el hombre del Viejo Mundo no realizó sino en tiempos avanzados, habría vivido posteriormente, desde el Mioceno hasta la conquista española, sin modificar en nada sus costumbres, ni perfeccionar sus técnicas.
“CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL INDIO AMERICANO”.
Caracteres Antropológicos: Dos rasgos mongoloides están presentes en el indio a lo largo del continente: los pómulos salientes y los ojos oblicuos. Ellos, sin embargo, son menos pronunciados en el aborigen que en la raza amarilla. El color de la piel pasa por los matices rojizo, cobrizo, canela, moreno, amarillo, blanco. El cabello raramente es del todo negro y cuando se lo examina al trasluz, muestra un débil tinte rojizo. El cráneo tiende a la braquicefalia pero va también de dolicocéfalo a mesocefálico (entre redondo y alargado). La nariz también se presenta con diversos matices; del aquilino, muy perfilado, al platirrino o achatado, siendo la más común la de tipo intermedio o mesorrínico.
Caracteres Lingüísticos: Son muy numerosas las lenguas habladas por los indios; tantas, que su clasificación ha constituido un problema para los especialistas. Puede, sin embargo, hablarse de cierta unidad en el tipo a que ellas pertenecen en la clasificación lingüística general: son aglutinantes una (las palabras varían de acuerdo con los sufijos que se ponen a una raíz preexistente) y polisintéticas otra (ideas o frases enteras se dicen con una sola palabra).
Caracteres Sicológicos: Hablar de una característica espiritual es un tanto difícil por la variación de grupos; sin embargo, en todos se encuentra eso que unos han llamado “aire de indios”. Así, muchos son guerreros, tanto, que tuvieron guerra como un oficio. El indio fue siempre valiente en las actividades bélicas pero tímido y hasta humilde en su vida doméstica. Fue siempre fatalista: no creía en la idea de los grandes cambios si estos no estaban ya predichos por sus antepasados.
“CLASIFICACIÓN DE ALGUNAS CULTURAS AMERICANAS”.
Entre las culturas americanas más resaltantes podemos nombrar a:
La Cultura Maya: La cultura maya se asentó en Centroamérica entre los siglos V y XV d. de J.C. Abarcó los actuales territorios de Guatemala, el norte de Honduras, El Salvador y el sur de México (Península de Yucatán), donde construyeron ciudades como Tkal, Copán, Uaxactún, Chichén-Itza, Uxmal y Mayapán. La cultura maya se dividió en Antiguo Imperio y Nuevo Imperio. El Antiguo Imperio se originó en el siglo IV de J.C., a partir de la cultura Olmeca de tipo neolítico, que habitó la región de Tabasco y Veracruz (México). El Nuevo Imperio existió desde finales del siglo X hasta la conquista española. Desarrollaron una escritura pictográfica e ideográfica, aún no totalmente descifrada. Utilizaron la aritmética, con la creación de un sistema de numeración vigesimal (progresión de 20 en 20), el cero y la posición de las cifras. Utilizaron un complejo sistema astronómico, creando un calendario ritual, con un año de 260 días, y un calendario solar con 365 días, compuesto de 18 meses de 20 días cada uno.
Cultura Azteca: La cultura azteca se desarrolló a partir del siglo XIV, cuando en 1.325 los aztecas fundaron la ciudad de Tenochtitlán en el lago Texcoco en la actual ciudad de México. La principal actividad productiva fue la agricultura. Los productos fundamentales fueron el maíz, las caraotas y el magüey, que se cultivaban en grandes extensiones de tierras llamadas chinampas (jardines flotantes). La propiedad de la tierra era comunal, distribuida en capulli a cada una de las familias.
La Cultura Inca: La cultura inca se desarrolló entre los siglos XIV y XVI a partir de la ciudad de Cuzcu, donde se organizó un poderoso imperio que abarcó los actuales territorios de Perú, Bolivia, Ecuador y parte de Argentina y Chile. Los incas descendían de la culturas preincaicas tiahuanaco (1000-1300 d. de J.C.), en la región del lago Titicaca (Perú),; nazca, de la zona meridional del Perú, y mochica-chimú, de la costa septentrional. La sociedad incaica estaba organizada en clanes llamados ayllus, que eran grandes familias con una pasado común, y era el centro de actividades religiosa, políticas, militares y económicas. El uso de la tierra tuvo tres divisiones importantes: tierras del inca, tierras del sol y tierras del pueblo, donde se producían papas, maíz, frijoles, yuca, algodón y tabaco.
Los Timotos y Los Cuicas: Habitaban el occidente de Venezuela, principalmente en los Valles de Barquisimeto, Trujillo y Mérida. Los cuicas vivían en Trujillo, el tocuyo y Barquisimeto, mientras que los timotos poblaron el actual estado Mérida y parte de Trujillo. Estos indígenas vivían agrupados en tribus, habitaban en chozas de madera y piedra, con una agrupación irregular, y con techos de paja o de hojas de frailejón. No construyeron grandes obras arquitectónicas, ya que sus viviendas y lugares de culto se adaptaban a las condiciones climáticas, y a los materiales naturales presentes en el medio ambiente.
Los Caribes: Los Caribes fueron una cultura aborigen que dominó el área amazónica, las costas centro-orientales de Suramérica y parte de las Antillas. En Venezuela se diseminó esta cultura por el sur y oriente, desde Guayana (orillas del Orinoco) hasta el litoral norte de Paria y Borburata, y al norte del lago de Valencia. Eran pueblos organizados en tribus de recolectores, cazadores y pescadores que se desplazaban por parte del territorio en busca de alientos, sojuzgando a otras tribus menos poderosas y guerreras. Su organización social era tribal. El cacique era el jefe guerrero, personaje de mayor distinción y poder dentro del grupo, que vestía con adornos de plumas, zarcillos de oro y piedras preciosas. Los caribes eran pueblos guerreros que esclavizaban a sus prisioneros (Itotos), y en las fiestas celebraban el triunfo sobre sus enemigos por medio del canibalismo.
CONCLUSIÓN.
Los rasgos de progreso de Mayas, aztecas e incas y muy tímidamente de los chibchas, nos lleva a una conclusión: esos pueblos, aunque carente de la escritura acabada, no vivían en la prehistoria sino en la protohistoria, es decir, en un campo que abarca ya, aunque no abiertamente, los comienzos de la historia. Los jeroglíficos mayas y aztecas les permitieron escribir sus tradiciones, las ciudades tenían notable desarrollo de las artes monumental y simbolista, la agricultura bien desarrollada, el sistema colectivista incaicos, los calendarios aztecas y mayas, todos son detalles que claramente nos dicen que no eran pueblos prehistóricos, sus autos eran protohistóricos.

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